Tengo mucha mucha suerte. Si visitar París es una maravilla, hacerlo con una amiga en «plan de chicas» es muy divertido. Y si tú eres celíaca y ella alérgica al trigo, pues es bastante conveniente. Nunca me canso de París. La primera vez que fui pensé: «aquí hay que pasarse al menos 6 meses para conocerla». He ido de mochilera, de escapada romántica, de trabajo, de viaje familiar y no me canso porque siempre descubro mil cosas nuevas.
Ya luego hablando de la dieta sin gluten, pues no es el sitio más adecuado. Conocen poco el tema en los restaurantes, no se consiguen muchos productos etiquetados sin gluten, no hay normas en el etiquetado y la verdad a veces cuesta encontrar algo sin gluten para comer, pero tengo que decir que desde que fui la primera vez, desde que soy celíaca hasta ahora, las cosas han mejorado un poco. De todas formas, la clave para un celíaco es no centrar la vida en la comida. París es mucho más que su comida.
Hoy quiero hablar de un lugar, que aunque tiene unos años es nuevo para mí, que se llama Chambelland (14 Rue Ternaux, 75011). Una panadería y pastelería donde todo es sin gluten y orgánico. Las harinas se fabrican en su propio molino y los panes se hornean en su propio horno.
Hacía un poco de frío para terraza, así que comimos adentro. El área de las mesas es minúsculo y hay que comer apretaditos. Yo estaba en una barra con taburetes y me tenía que levantar cada vez que alguien tenía que entrar o salir, pero no es una queja, así es París.
PANES
El lugar es precioso, como la mayoría de las pastelerías en París, y las fotos de las barras de pan cuadrado alineadas, podrían ser unos de esos cuadros de formas geométricas que pones encima del sofá para decorar .;-)
Hay tantos tipos de panes que es difícil elegir. Nosotras compramos: pan de 5 granos, pan de chocolate y pan para atletas. El pan de chocolate no es un pan dulce, huele a pastelito de chocolate, pero es un pan con trocitos de chocolate negro bastante amargo. A mi amiga no le hizo mucha gracia, pero a mi sí me gustó. El pan de 5 cereales estaba bien, pero el pan de atletas me encantó. Y no es que yo sea muuuuuy deportista sino que tenía frutas secas (higos y algo más) y estaba buenísimo.
Los panes dulces tenían una pinta increíble. Eran palitos largos y junto con los cuadrados grandes de panes salados, apetecía hacerse un castillo de pan como si fueran bloques de lego comestibles y comerse el castillo al terminar de jugar. Ñam, ñam…
COMIDA
Para comer allí, pedimos quiches rellenas no sé de qué, que estaban muy buenas y una limonada orgánica con gas. Era como un refresco de limón en plan orgánico.
PASTELES
Ahora lo dulce. Pastelitos de pera, de merengue, de coco, chocolate, tarta mármol, de banana, de zanahoria, etc.
De postre pedimos sus famosos Chouquettes. Yo los vi y no me llamaban mucho la atención, pero la gente se los llevaba como churros. Se vendían de 10 en 10. Yo quería un par, pero bueno, compramos 10. Cuando nos habíamos ido, los probamos y nos gustaron tanto que nos arrepentimos de no haber comprado 20.
Me costó un montón aprenderme el nombre de estos pastelitos, les decía croquettes, chucrons, cuchons o cualquier cosa menos chouquettes. Al probarlos descubrí que son una especia de profiteroles. Eran ligeros, bastante huecos por dentro y mientras lo cuento se me hace la boca agua y evito distraerme buscando billetes baratos a París.
HARINAS
Por último, las harinas que producen y venden: de arroz blanco, de arroz integral, de trigo sarraceno y para repostería.
Compramos demasiados panes para las dos, así que al final del viaje los panes estaban un poco ladrillo, pero los corté en rebanadas, las tostaba y las comía aunque estuvieran tiesas. Quizás hubiera sido buena idea congelarlo, pero con las ganas de comerlo todo…
REVISTA NIÉPI
Y además, en Chambelland venden la revista Niépi que conocía por Internet, pero tenía años que quería hacerme con un ejemplar. Es preciosa. Lo más bonito que he visto en el mundo sin gluten.
Es que en París hay tantas cosas bonitas… al que le guste la estética no debe de dejar de ir. Las pastelerías tan bien decoradas, las vitrinas de las tiendas, los parques llenos de esculturas, en cada rincón hay algo bonito por descubrir. Y eso sin hablar del arte y la arquitectura. Es una joya. Eso sí… el tráfico es horroroso… jajaja.
Una ciudad y una pastelería sin gluten que definitivamente recomiendo visitar.